domingo, 20 de abril de 2008

A propósito del cambio político en Galicia

Xaime López Golpe
Secretario de Acción Sindical y Política Sectorial del Sindicato Nacional de CC.OO. de Galicia



Estamos viviendo en Galicia los primeros momentos de un cambio que, con toda probabilidad, se corresponde con el agotamiento de unas políticas concretas, con el fin de un ciclo y con la necesidad de abrir una nueva perspectiva en el país. Si esto es así, no cabe ninguna duda de que estos momentos iniciales del nuevo Gobierno son cruciales para establecer pautas y horizontes que deben señalar el camino de los próximos años.

Ecografía de un fracaso.-

El ciclo que ahora se cierra estuvo caracterizado por un profundo fracaso de la economía gallega, sobre todo en relación con España y con Europa. Porque siendo cierto que Galicia ha crecido en los últimos años, también lo es que ese crecimiento de su PIB per cápita, se debe más al grave descenso de población que al incremento real de la riqueza en Galicia. Crecimos algo, pero poco, y siendo muchos menos a repartir, pareciera que crecimos más. Este hecho, en si mismo negativo, y las políticas desarrolladas en Galicia por la Xunta principalmente, pero también por el propio Gobierno del Estado, nos han conducido a una situación lamentable que revela el fracaso sin paliativos de todas las políticas sociales.
Cualquier indicador que pueda medir la situación social y económica de los gallegos revela este profundo fracaso. Cobramos los salarios más bajos de España, después de Extremadura y Canarias y los costes laborales en Galicia son un 18% más bajos que la media del Estado. Soportamos índices de paro superiores a la media española y la tasa de temporalidad llega al 34% de nuestros asalariados, con lo que la precariedad laboral es ya crónica y la siniestralidad mayor y muy preocupante. Tenemos también las pensiones más bajas del Estado y una peor y más reducida cobertura del desempleo.
Si en estos últimos 16 años Galicia cuenta con los salarios más bajos, las pensiones más exiguas, el paro más alto, mayor precariedad laboral, más riesgo y siniestralidad, menos población y más vieja, no cabe duda ninguna que estamos ante un fracaso histórico, porque los que nos han gobernado han gestionado muy mal, e incluso sospechosamente, billones de pesetas del erario público distribuidos en suculentos presupuestos anuales.

Perspectivas y prioridades para el cambio.-

Esta es la triste y pobre herencia que recibe el nuevo Gobierno gallego y lo que está debajo de esa tan notable aspiración de cambio que hay incluso entre muchos votantes del PP. Es una mala herencia pero también un buen indicador para saber donde deben estar las prioridades del nuevo Ejecutivo.
En primer lugar, queda señalado el objetivo estratégico del cambio de sentido de nuestra demografía a medio plazo, que requerirá inexcusablemente un gran desarrollo económico y sobre todo social, que nos haga más fértiles y más atractivos para esa población emigrante, joven y bien preparada, que llega a España y a Europa, pero mucho menos a Galicia. Un segundo objetivo y a corto plazo será, sin duda, cubrir las necesidades infraestructurales de Galicia: autovías, tren de alta velocidad, puertos, aeropuertos y telecomunicaciones. En este asunto Galicia tiene prisa, mucha prisa, de tal forma que, si estas carencias no se resuelven y pronto, no habrá desarrollo y mucho menos convergencia alguna ni con España ni con Europa y nos quedaríamos instalados en el atraso. Y un tercer objetivo a cubrir de modo inmediato, es la respuesta a las carencias económicas y sociales arriba señaladas, que se deben poner encima de una mesa de diálogo social y negociación con los agentes sociales al día siguiente de la toma de posesión del Presidente Touriño.
Estos tres objetivos han de abordarse de inmediato y al mismo tiempo, aunque los resultados concretos se vean en distintos momentos, como la naturaleza de las cosas requiere. En todo caso, lo que primero que debe verse y que, a su vez, va a servir de indicador para saber como va todo lo demás, serán los cambios en las políticas sociales.
Desear el éxito, pues, a los nuevos gobernantes es algo más que un cumplido. Es una demanda cordial, una aspiración muy profunda de la mayoría de los gallegos y gallegas y un reto que nos concierne a todos.

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